En 2013, Google nos sorprendió con el lanzamiento de un nuevo dispositivo, llamado Chromecast, que nos permitía convertir cualquier televisor en una de codiciadas, en aquel entonces, SmartTV por tan solo 35 dólares. Aunque este dispositivo tardó un poco en ganarse la confianza de los desarrolladores, hoy en día es algo imprescindible para todos aquellos que quieran reproducir contenido multimedia en su televisión desde un equipo conectado a la red, como un NAS, e incluso desde el propio smartphone.

Dos años más tarde de la llegada de la primera versión de este dispositivo, Google lo actualizó y lanzó la segunda versión, respetando, además, el precio, la cual, además de mejorar algunos aspectos de la primera, como veremos más adelante, contaba con una versión especial que nos permitiría convertir unos altavoces cualquiera en unos Smart-Altavoces. El año pasado, la compañía volvió a sorprender a los usuarios y lanzó Chromecast Ultra, una versión aún más potente pero cuyo precio se duplicaba, por desgracia.

Diferencias entre los 3 modelos de Chromecast actuales

A grandes rasgos, dejando de lado la versión “Audio”, las 3 generaciones de este dispositivo de streaming son prácticamente iguales. Las 3 son capaces de reproducir vídeo a 1080P, las 3 utilizan el estándar HDMI CEC para controlar la reproducción desde el mando de la televisión, si esta lo soporta, y los 3 utilizan exactamente el mismo protocolo, por lo que funcionan igual y todas las aplicaciones son compatibles con los 3 modelos.

Una de las diferencias entre la primera generación y las otras dos es que la conectividad del primer Chromecast es Wi-Fi 2.4Ghz, mientras que la segunda y la Ultra utilizan Wi-Fi b/g/n/ac pudiendo conectarse a la red de 5 Ghz. Además, la versión Ultra se diferencia de las otras dos por ser la única capaz de reproducir vídeo a 4K y por incluir el soporte Ethernet en su puesto micro-USB OTG, no teniendo que pagar los 15 dólares adicionales por el adaptador de las dos primeras.

Entonces, ¿Debería comprarme un Chromecast nuevo?

Yo, personalmente, tengo el primer modelo de Chromecast prácticamente desde su lanzamiento en España y, a día de hoy, no tengo ninguna necesidad de cambiar. Mi dispositivo está siempre conectado al Wi-Fi a través de la red de 2.4 Ghz y, utilizando Plex, puedo reproducir sin problema cualquier vídeo de mi NAS, incluso vídeos de 1 hora que ocupan más de 5 GB (por su calidad) sin un solo corte ni pixelación. Lo único que para cargar el vídeo y empezar su reproducción igual tarda un minuto, pero si voy a pasar 60 minutos viendo un capítulo de una serie, lo mismo me da esperar 60 segundos más.

Por ello, la única razón que veo para pasar de la primera generación a la segunda es, por ejemplo, que nuestra red de 2.4Ghz esté muy saturada y, por ello, tengamos problemas de conexión. La segunda generación nos permitirá conectarnos a la red de 5Ghz que es más rápida (aunque eso da igual en este caso) y tiene muchas menos interferencias, mejorando así la calidad de la reproducción.

En el caso de la versión “Ultra”, solo sería recomendable si tenemos una televisión 4K y de verdad vamos a reproducir contenido en esta calidad (por ejemplo, con Netflix). Recordamos que esta versión tiene un precio de 70 dólares, aunque si tenemos una televisión 4K, este sobreprecio tampoco nos supondrá mucho más.

Parece que esta vez Google ha hecho las cosas bien, y es que, a diferencia de lo que pasa con cualquier dispositivo tecnológico hoy en día, con el Chromecast, un dispositivo económico de 2013, sigue siendo totalmente funcionar y la obsolescencia programada no nos obliga a comprar un nuevo modelo. Salvo que queramos hacerlo o tengamos alguna de las necesidades anteriores.

¿Tienes un Chromecast? ¿Crees que es necesario comprar un modelo nuevo?