Aunque la mayoría de los usuarios no suele modificar sus dispositivos porque no lo necesita, o porque no tiene los conocimientos suficientes y no se atreve a ello, durante mucho tiempo las modificaciones en los smartphones para conseguir permisos de superusuario, Root en Android, y Jailbreak en iOS, han estado a la orden del día ya que los sistemas operativos contaban con estrictas limitaciones en cuanto a lo que se podía y no podía hacer con la configuración de base. Sin embargo, los tiempos han cambiado, y estas prácticas también.

Hace unos años, cualquier usuario medio-avanzado, una de las primeras configuraciones que hacía cuando se compraba un dispositivo era liberarle el bootloader, cambiarle el recovery y, según el modelo, cambiarle la rom por una más universal, como era antaño CyanogenMod (ahora llamado LineageOS), o simplemente instalar los binarios de SU para poder tener acceso a los permisos de root en Android. En el caso de iOS, a grandes rasgos era lo mismo, se solía descargar la herramienta de Jailbreak y modificar el dispositivo para poder instalar paquetes no firmados desde Cydia.

Antes, hacer root a un dispositivo era muy útil ya que había muchas aplicaciones, como Titanium Backup, que era prácticamente imprescindibles para los usuarios. Actualmente, aunque estas aplicaciones siguen funcionando, en realidad ya no son necesarias ya que, por un lado, Android nos guarda una lista con todas las apps instaladas en la Play Store para que la configurar desde cero un smartphone podamos descargarlas automáticamente, y, por otro lado, los juegos (ya que son las únicas aplicaciones cuyos datos merece la pena guardar) cuentan en su mayoría con sincronización en la nube, por lo que, aunque los instalemos desde cero, podremos retomar nuestra partida tal donde la dejamos.

Evolución del Root de Android y Jailbreak de iOS

Es cierto que el proceso de root ha mejorado a medida que ha pasado el tiempo y hemos dejado de lado los agresivos exploits de siempre a favor de un nuevo concepto, conocido como Magisk Root, mucho más discreto, estable y, además, que podemos tanto desactivar como ocultarlo a distintas aplicaciones, pudiendo, por ejemplo, hacer ver a una aplicación, como Pokemon Go, que nuestro dispositivo no tiene Root cuando en realidad sí lo tiene.

Al contrario de lo que ha ocurrido en Android, en iOS el proceso es cada vez más complicado. Los crackers tardan mucho tiempo en encontrar fallos en iOS y explotarlos para poder lograr estos permisos de superusuario que permitan el Jailbreak, la modificación no es permanente (cada vez que apagamos o reiniciamos tenemos que volver a realizar el proceso) y, además, el sistema se vuelve muy inestable, se bloquea, se reinicia aleatoriamente y existen problemas con la batería.

Entonces, ¿merece la pena ser root o hacer jailbreak?

En pocas palabras, actualmente no. En el caso de Android, por ejemplo, actualmente no tiene sentido realizar esta configuración, ya que los riesgos para la seguridad son muy elevados para las pocas aplicaciones que de verdad pueden aprovecharse de estos permisos. Además, muchas aplicaciones no funcionan si realizamos esta modificación, como Pokemon Go, Super Mario Run y, próximamente, igual ni Netflix nos funcionará.

En el caso de Jailbreak, además de que también hay muchas aplicaciones que no funcionan si tenemos esta función habilitada, no actualizar iOS supone un grave riesgo para la seguridad y, además, no podemos disfrutar de las mejoras y novedades que Apple implementa en su sistema operativo móvil (como APFS, el nuevo sistema de ficheros que ha mejorado más de un 25% el rendimiento de todos los dispositivos iOS 10.3) y tendremos los problemas de inestabilidad que, para poder bajar un par de aplicaciones y juegos de Cydia y AppCake, la verdad, los riesgos e inconvenientes que genera este proceso no merecen la pena.

¿Qué opinas sobre el estado del Root o del Jailbreak? ¿Crees que aún sigue mereciendo la pena esta modificación?

*Artículo de opinión.