Anochece en Munich, el telón del software privativo ha caído sobre la ciudad. Tan solo era cuestión de tiempo que el ayuntamiento de la capital bávara sellará el destino de LiMux e iniciara una migración regresiva a Windows, de lo que en su día se consideró como un hito del software libre y escaparate para el sistema del pingüino.

Lo que comenzó con unas quejas del alcalde, el casual traslado de la sede alemana de Microsoft a Munich y el todavía más casual informe de consultoría realizado por un socio habitual (Accenture) de los de Redmond; culminó ayer, cuando la comisión del ayuntamiento designada al efecto (con mayoría de la coalición gobernante CSU y SPD), aprobó formalmente la vuelta a los sistemas privativos de Microsoft. Un despliegue de Windows 10 que comenzará en 2020 y finalizará un par de años después, en 2022.

Un cambio completo de los clientes utilizados en la gestión de la ciudad, que además del sistema operativo incluye la suite ofimática Office. Oficialmente aún no se ha decidido que sustituya a LibreOffice (eso queda para finales de 2018), pero tras la reciente compra de 6000 de sus licencias, “a modo de prueba, en un proyecto piloto”, podéis apostar a que lo hará.

Una medida que la oposición (izquierdas, liberales y verdes), ya califica de miope, cara e innecesaria. Dentro del secretismo y falta de transparencia con que se mueve este asunto, aun no han trascendido los costes exactos de la decisión. Dependiendo del medio germano que se consulte puede variar.

Una de las versiones mas conservadores en esto asunto es la del Süddeutsche Zeitung, que ha estimado un gasto de 2500 € por cada una de las 12 000 estaciones actuales de trabajo. Nos iríamos por tanto a unos 30 millones de dólares, en gasto de licencias, formación de personal y adaptación de los diferentes equipos.

En Heise –un medio tradicionalmente muy bien informado– van más allá y también hablan de millones, pero cifras ya de tres dígitos.

Supongo que a partir de 2020 veremos que tal funciona Munich con Microsoft. En cualquier caso la ciudad, más que dinero, lo que ha perdido es la oportunidad de ser soberana tecnológicamente y de incentivar la industria de software local.

Bye Bye LiMux

Imagen | dorena-wm (CC BY-ND 2.0)