Desde la llegada de Windows 10 en 2015, uno de los aspectos por los que más se han quejado los usuarios es por la gran cantidad de problemas a la hora de actualizar sus sistemas operativos, problemas tanto a la hora de instalar las actualizaciones mensuales de seguridad y mantenimiento como, sobre todo, a la hora de instalar las nuevas versiones del sistema operativo, como la última Fall Creators Update, o la inminente Spring Creators Update, la próxima actualización de Windows 10.

A diferencia de otros sistemas operativos, como macOS, donde Apple lanza actualizaciones especialmente enfocadas a un hardware muy concreto, o Linux, donde la estructura del sistema operativo separa todos los elementos del sistema, en el caso de Windows, Microsoft debe asegurar la correcta compatibilidad de su sistema operativo en infinidad de escenarios y con una gran variedad de aplicaciones y configuraciones diferentes, del sistema operativo, algo muy complicado.

Muchas aplicaciones, como, por ejemplo, los antivirus, realizan cambios a muy bajo nivel en el sistema operativo con el fin de poder tomar el control de todo lo que ocurre a nivel de Kernel y ser capaces de protegernos de las amenazas informáticas. Sin embargo, estos cambios en el Kernel normalmente no están muy bien implementados, y, por lo tanto, suelen ser los responsables de la mayoría de los problemas, ya que el propio Windows suele detectar cambios extraños en su integridad y, para evitar problemas mayores, suele detener los procesos de actualización.

La mayoría de las veces, los problemas al actualizar Windows 10 son culpa de los usuarios

Puede que Microsoft no termine de dar en el blanco a la hora de crear el mejor asistente para actualizar el sistema operativo, un asistente que no cause ningún tipo de problemas de compatibilidad, sin embargo, la mayoría de las veces los problemas al actualizar Windows 10 no son culpa del propio sistema operativo, sino que los hemos causado nosotros.

Cada vez que instalamos programas agresivos en el sistema operativo, como son los antivirus, aplicaciones que modifican algunos ficheros de Windows para alguna razón (como para poder instalar temas de terceros en Windows) o realizamos cambios en el registro de Windows manualmente, estamos aumentando exponencialmente las posibilidades de que algo falle a la larga, y quien más papeletas tiene para que esto ocurra es el proceso para actualización de Windows 10.

Si partimos desde un Windows recién instalado, sin modificaciones ni programas agresivos, la probabilidad de que algo salga mal a la hora de instalar las actualizaciones es prácticamente inexistente.

Cómo reducir al mínimo los problemas con las actualizaciones de Windows

Muchas veces, aunque no el 100% de ellas, los problemas con las actualizaciones de Windows 10 están relacionadas con cambios o modificaciones que hemos realizado nosotros o que ha hecho alguna aplicación que nosotros mismos hemos instalado en nuestro ordenador.

Si queremos garantizar el correcto funcionamiento de nuestro ordenador y que las actualizaciones se instalen sin problemas, lo mejor es evitar modificar elementos internos del sistema operativo (cambios en el registro, o “hackear” determinados ficheros para poder realizar ciertos cambios, como ocurre con la posibilidad de instalar temas de terceros en Windows), así como utilizar ciertos antivirus de terceros, especialmente versiones no actualizadas, que puedan causar incompatibilidades con los procesos de actualización de Windows.

Si utilizamos Windows 10 Fall Creators Update, o una versión posterior, sin duda Windows Defender será capaz de proteger nuestro ordenador y, además, es el que menos problemas nos dará a la hora de actualizar el sistema operativo a nuevas versiones o al instalar los parches de seguridad y mantenimiento.

¿Alguna vez has tenido problemas al actualizar Windows por culpa de tu antivirus?