Mi cabeza, como la tuya, va en contra de mí. Tiene su propia independencia y decisiones. Y cuando una idea se mete allí, solo existe una forma de sacarla, ejecutándola. Tengo que hacerla realidad. No me deja sacarla de allí si no es extirpándola metiéndome en un nuevo proyecto, pequeño, mediano y grande. Qué le vamos a hacer.

De estas cosas que me infectan el cerebro nació un día Informática 64, o la FOCA, o ElevenPaths, 0xWord o Aura, o Latch, o las Living Apps, o Sappo, o el Dirtytooh, o el Proyecto Maquet que vamos a contar en unos días por fin. Se meten ahí y tienen que salir en algún momento. De alguna forma. Tengo que descargar la cabeza haciendo que tengan cara y ojos. Que se lleven a la realidad. Es lo que yo le digo a mi equipo muchas veces: Delivery Obssesion.

Porque tener ideas es molón pero solo cuenta si las ejecutas. Y desde que tengo mi cuenta en MyPublicInbox, parece que la cosa se ha disparado. Siempre que alguien me cuenta algo chulo contactando conmigo, comienzo a darle ideas a cosas que poder hacer. Una competición de bandas con Movistar Sound en las Living Apps, una plataforma de formación con Movistar Campus, una PoC para hacer un gusano por WhatsApp, una nueva startup en la unidad de Venture Builder. Al final parece que mi cerebro está hipersensible esperando el estímulo adecuado para ver qué podemos construir con lo que tenemos más la nueva información, el nuevo input, que llega vía una conexión por Internet.

Y la verdad es que me encanta hacer esto. Es verdad que a veces el tiempo que acabo consumiendo de mi vida en nuevos proyectos, en nuevas iniciativas compartidas con gente que lleva mucho tiempo conmigo o que acabo de conocer para crear una larga relación, es demasiado elevado, pero es que no me imagino una vida sedentaria y monótona sin apurar en cada curva.

Sin echar nuevos colores al lienzo. Sin añadir palabras extrañas a las mías. Es lo que me mantiene vivo. Hacer cosas. Jugar con el juego de construcciones con amigos. Y hacer nuevos amigos. Puede ser Javi Nieves invitándome un día a estar con él en la radio y pasarme cuatro años chulísimos colaborando con él, o el Campus Internacional de Ciberseguridad para ser mentor y subirme a bordo, o Jerry Finger proponiéndome hacer 0xWord Comics y acabar editando viñetas.

Hay una serie que me gustó mucho. Hace tiempo ya de ella. Se llama [CENSORED]. Y si no la has visto, siento el spoiler pero después de tantos años ya ha caducado. Deberías haberla visto. En esa serie, digamos - por no destriparla totalmente - uno de los personajes protagonistas, después de intentar salvarse de la justicia, lo consigue, y consigue un puesto de trabajo fijo para el resto de sus días en una silla mirando una pared en una mesa de trabajo. Va a tener que pasarse allí los próximos 10 años. Seguro. Tranquilo. Solo debe ir, hacer sus horas, y volver a casa.....

Vale, el director del último capítulo tuvo mucho cuidado de transmitirte la sensación de claustrofobia para que entiendas bien lo que pasa por la cabeza del protagonista. Que a mí me llegó muy adentro. Y por supuesto. El único requisito que tenía que cumplir era no volver a las andadas. Pero... al cabo de un ratito, el protagonista se levanta de la mesa, coge la pistola y sale de la habitación. Fundido a negro. Brutal.

Pues eso. Yo no necesito la pistola, pero sí necesito un trabajo activo, intenso, creativo y nada monótono. Por eso, si me encuentro a alguien con ganas de hacer algo conmigo y su idea me estimula, acabo diciendo algo como:

Y si acaba habiendo chispas, le acabo invitando a jugar conmigo o me acabo sumando yo a jugar con él. Qué le vamos a hacer. Es lo que me gusta. Tener ideas, llevarlas a ejecución, verlas nacer pequeñitas, y trabajar para hacerlas crecer. Poco a poco, pero siempre creciendo, hasta verlas grandes y mayores. Es apasionante. 

¿Y a ti? ¿Te gusta hacer conexiones nuevas y nuevos proyectos? Te entiendo.

Saludos Malignos!