Level UP! Nivel 47

Hoy es el día de mi cumpleaños. Aunque como sigo la máxima de que hay que celebrar todo, lo suelo celebrar muchos días con muchas personas. La vida es muy larga, pero a la vez muy corta, como para no celebrar todo lo que se deba celebrar todas las veces que sea posible. Y más cuando me acerco peligrosamente al siguiente cambio de prefijo. Así que, lo celebro hoy, lo celebré varias veces en este mes y lo celebraré alguna más.

Figura 1: Level UP! Nivel 47

Pero a parte de la parte más lúdica, es cierto que cada vez que cumplo un año, toca reflexionar, hacer balance, y tomar decisiones a futuro. Con la madurez, es fácil hacerse consciente del tiempo. Más consciente. Yo peino muchas canas ya. Ya he hecho muchas cosas. Y cada vez el tiempo parece correr más rápido.

Esto, me explicaba un amigo el otro día, es porque según parece la percepción del tiempo es en función del porcentaje de tu vida que significa. Para un niño de 10 años un año es un 10% de su vida, luego es mucho. Para nosotros, un año es mucho menos y por eso nos parece más rápido su paso. Eso me dijeron, y no sé si será verdad esa explicación o no, pero lo cierto es que el hecho de que parecen pasar más rápido, es cierto.

Yo, por si acaso mi serie termina pronto, y la vida ya me ha dado varios avisos en los últimos cinco años, procuro llegar cansado de un segundo a otro. Procuro no dejar que me roben el tiempo con facilidad e intento hacer cosas que me hagan feliz. Ya hace tiempo que cumplí años suficientes como para tener claro lo que quiero y lo que no quiero. Al final, la vida es un camino de elecciones. Tener que dejar de vivir cosas porque nunca vas a tener el tiempo y la oportunidad de hacer todo lo que quisieras, así que, por lo menos, que el máximo de lo que hagas sea de aquello que quieres hacer.

Por supuesto, fallo y fracaso como el que más. La lío, me equivoco, y tomo decisiones erróneas tantas veces como el que más, si no incluso más que la media. Me meto en problemas más veces de las que me gustaría y menos de las que he deseado. Tengo miedos, anhelos, deseos, sueños incumplidos, fantasmas, temores, penas, dolores en el corazón, y dudas. Como el que más. Todo esto te da una mirada, para observar la vida, los hechos, el pasado, a las personas, de una forma concreta. Todas esas taras y cargas del corazón son cicatrices que uno se hace con los bordes afilados de la vida. Me lo dijo mi madre, como a Chester.

Con la madurez no eres más listo, más prudente, o más sabio. O puede que algunos sí. Tampoco no lo eres por no ser más joven. No te hace más o menos. Solo diferente. Así que, cuando cuento los años al cambiar de vuelta, siempre pienso si he sentido. Si he sufrido porque aún me duelen las cosas. Si he hecho cosas que me han llenado. Si he resuelto temas pendientes conmigo mismo este año. Pienso en qué he perdido y qué he ganado este año. Siempre hay cambios en la vida. Gente que pierdes, gente que viene, gente que continúa a tu lado.

Para mí, este año, ha sido un año altibajos. Con cosas agridulces. Se me quedan cosas que tenía planificadas para resolver en este “Fiscal Year” que pasarán al siguiente. Se me han caído de funnel otros proyectos que quería haber realizado. Otros nuevos se han colado. Al final, cuando uno se empeña en hacer planes, la vida te obliga a pivotar. Pero, aun así, he hecho muchas de las cosas que tenía en roadmap o en el backlog. He conservado muchos de los tokens que tenía en el wallet. He logrado seguir por el camino trazado, con saltitos y equilibrios. Con hotfixes y patches. Con lágrimas y risas. Con discusiones y abrazos.

No me quejo. La vida me ha dado más de lo que esperaba. Más tajos de los que pensé que iba a resistir. Más abrazos de los que hubiera soñado. Más amigos que enemigos. Así que hago un balance positivo. Cierro pérdidas y ganancias, y abro el asiento para el año que viene. Me llevo las provisiones de lo que he prometido y no he cumplido, lo que he hecho mal y tengo que arreglar. Lo que no tiene arreglo y tendré que cargar para lo que me abro una amortización por si acaso se queda así. Me llevo lo que me llevé de los años anteriores sin resolver aún. Me llevo mis dudas, mis fantasmas y mis anhelos también para el año que viene, que si no, no sería yo.

Me lo llevo conmigo. Me lo llevo porque aún estoy vivo y con ganas de vivir.

Porque aun cuando escribo “en mis tiempos” no pienso en el pasado, si no en “ahora son mis tiempos”. Porque vivo pensando en conquistar y no en defender. Como buen pirata de los barrios – que no mares – del sur. Porque no estoy amarrando el resultado aún. Porque la vida es suficientemente emocionante como para quedarse a verla de espectador desde la barrera. Porque quiero que me pellizque el corazón y me salgan aún más arrugas en los ojos de reírme. Porque quiero brindar, cantar, vibrar, brillar y caer rendido de emociones a roncar en la cama.

Y como no, porque deseo llevarte de la mano a patines. Porque quiero verte crecer. Discutir por la hora de llegar. Porque quiero verte triunfar. Porque los problemas que me deis sean solo para mí. Porque ser papaete me hace más yo. Porque mis penas sean solo para mí y las alegrías para todos.

Así que, cuando suba de nivel el año que viene, solo espero que tenga tantas ganas de vivir los próximos doce meses como tengo hoy para estos doce que vienen. Sin miedo a lo que venga, que las penas con vino son menos, el pasado sin rencor pesa menos en la mochila, y el tiempo que tenemos para jugar en este tablero es finito así que mejor con alegría. Vamos a por la siguiente fase. Y si quieres, vente a buscar junto a mí mi revolución, que aún queda un sitio - ven conmigo - si me quieres acompañar.

¡Saludos Malignos!

¡Saludos Malignos!

Autor: Chema Alonso (Contactar con Chema Alonso)  



Via: www.elladodelmal.com
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